Cultura

El defensor de los filipinos

Este artículo está disponible en inglés.

El estudiante que accede a la Biblioteca de la Universidad de Santo Tomás comprobará que ésta tiene un nombre, de clara resonancia hispana, el del carrionés Miguel de Benavides y Añoza, que fue precisamente el responsable de su fundación. La pregunta que surge es: ¿quién fue Miguel de Benavides y por qué es importante? Estas líneas tratan de responder a la misma.

Vida temprana

Miguel de Benavides nace hacia 1550 de familia noble en la hoy minúscula “ciudad” — pues ostenta tal título — de Carrión de los Condes (Palencia), en 1567 ingresó en el convento de San Pablo, de Valladolid, como postulante en la Orden Dominicana; en dicho convento recibió el hábito de dominico y profesó, para después comenzar los estudios de Artes. Durante estos años se distinguió por su gran talento y capacidad para la teología, así como por su actitud como religioso dominico. Más adelante se trasladó al Colegio Universitario de San Gregorio, en la misma ciudad de Valladolid, para perfeccionar sus estudios de Filosofía y Teología. Cuando terminó los mismos y hubo recibido el orden sacerdotal, comenzó su labor docente: su primera cátedra fue la de su propio convento de San Pablo. Hacia 1588 pasó al Real Convento de Santo Tomás, de Ávila, donde ejerció de Maestro de Estudiantes, oficio reservado para personas de probada espiritualidad y alta ciencia.

Parecía que su vida iba a quedar encarrilada en la docencia, cuando respondió a la llamada de voluntarios para formar una nueva provincia dominicana en las remotas y desconocidas tierras de Filipinas, recientemente conquistadas, partiendo rumbo a México el 17 de julio de 1586.

Llegada a Filipinas

En Ciudad de México, mientras se hacían los trámites para el viaje a Filipinas, los Padres Juan de Castro (vicario general), Juan Crisóstomo y el propio Benavides redactaron las bases de la nueva provincia misionera, que se dedicaría a la Virgen del Rosario. Finalmente llegó al puerto de Cavite el 21 de julio de 1587.

Apenas un año después, en junio de 1588, se celebró el primer Capítulo Provincial. Fue elegido Provincial el Padre Juan de Castro. Se aceptaron las misiones de Bataán y Pangasinán y partieron para ellas los primeros misioneros; pero Benavides se quedó en Manila. Debido a las relaciones comerciales, en esta ciudad se había establecido una considerable colonia china, por lo que el obispo Domingo Salazar y el Padre Provincial consideraron conveniente su evangelización y destinaron a ella al Padre Juan Cobo y a Benavides. Para ello, aprendieron su difícil lengua y al poco tiempo ya se entendían con la gente y predicaban en chino; fueron de los primeros misioneros en todo el mundo que evangelizaban a los nativos en su propia lengua. Al poco tiempo fueron bautizados los primeros chinos en la iglesia de Santo Domingo, siendo su padrino el gobernador Santiago de Vera.

Más adelante, con el refuerzo de otros misioneros, se levantó el Hospital de San Gabriel para los chinos, el cual fue adquiriendo buena fama, se fue ampliando y llegó a ser conocido y apreciado en China gracias a los servicios que prestaban a los comerciantes.

La provincia dominicana de Nuestra Señora del Rosario siempre tuvo como objetivo la evangelización de la China continental. Con este propósito, Benavides y el Padre Provincial Juan de Castro llegaron en 1590 a Fujian, pero fueron apresados en Xiamén (Amoy) acusados de espionaje. En el juicio, para sorpresa de todos, Benavides se defendió en chino y gracias a esto pudieron explicar sus buenas intenciones. No obstante, fueron expulsados y tuvieron que volver a Manila. Por aquel entonces, Benavides ya dominaba también varias lenguas filipinas y había escrito un diccionario chino-tagalo-castellano.

En 1591 acompañó a España al obispo Salazar para procurar su elevación a archidiócesis y la creación de las diócesis de Nueva Cáceres, Cebú y Nueva Segovia. En este viaje también llevaron al Consejo de Indias y al rey Felipe II los abusos que las autoridades civiles estaban cometiendo contra los nativos y la propuesta de un plebiscito entre los filipinos para recabar su libre aceptación de la soberanía española. Durante su estancia en España, Benavides ejerció de Procurador General, y como tal asistió al Capítulo General de la Orden que se celebró en Venecia en 1592; también se dedicó a reclutar nuevos voluntarios para Filipinas.

El trabajo de su vida

En 1595 el Papa Clemente VIII concedió la división y elevación de diócesis que habían solicitado, y para la de Nueva Segovia fue designado Benavides como su primer obispo; Benavides organizó a partir de entonces las comisiones que se desplazaron por todas las regiones del archipiélago para recoger la respuesta de sus habitantes a su libre aceptación de la soberanía española, los cuales en su inmensa mayoría acataron el dominio de España. También reorganizó la administración de las islas y estableció un sistema de impuestos para las importaciones.

En agosto de 1598 falleció el arzobispo de Manila Ignacio Santibáñez, sucesor del primer obispo Salazar. Benavides fue designado para sucederle, pero las bulas del Papa Clemente VIII no llegaron hasta agosto de 1603. Para Benavides era tan importante el trabajo de evangelización, en la vanguardia, como los de estudio y enseñanza, en la retaguardia, y por ello siempre trataba de inculcar la lectura de los Santos Padres y de los concilios, y la reflexión sobre dichas lecturas.

Siendo arzobispo de Manila, Benavides recibió el encargo de organizar las diócesis del archipiélago y propuso al rey y al Papa la conveniencia de establecer un colegio en la ciudad.

Fallecimiento

Benavides falleció en Manila el 26 de julio de 1605. A sus exequias, celebradas con gran solemnidad, asistieron las autoridades religiosas y civiles, así como numerosos fieles, que le despidieron como padre de los pobres y oprimidos. Recibió sepultura en la catedral de Manila, pero en 1612 sus restos se trasladaron a la iglesia de Santo Tomás, en la misma ciudad. Como todo buen misionero, fue enterrado en aquella tierra que acabó siendo la suya por el resto de sus días.

En su testamento, Benavides legó la cantidad de 4.000 pesos y su biblioteca personal para que los Padres Domingo de Nieva y Bernardo de Santa Catalina, allegando otras donaciones posteriores, fundaran el Colegio de Nuestra Señora del Santísimo Rosario (1611), concebido inicialmente como seminario para la formación de futuros sacerdotes. Posteriormente se llamó Colegio de Santo Tomás. En 1624 se le autorizó a impartir enseñanzas académicas en Teología, Filosofía y Artes. En 1645 el Papa Inocente X elevó su categoría a Universidad de Estudios Eclesiásticos y Civiles.

En 1680 se puso bajo el patrocinio del Rey y en 1785 Carlos III le concedió el título de Real por la excepcional lealtad que mostraron los administradores y los estudiantes al defender la ciudad de Manila frente al ataque de los ingleses. En 1902 fue designada Universidad Pontificia por el Papa León XIII y en 1947 el Papa Pío XII le concedió el título de Universidad Católica de Filipinas. Hoy se conoce como Universidad de Santo Tomás y es la más antigua de toda Asia.

En el campus se erigió en su memoria una estatua de bronce, esculpida en París en 1889. Otra estatua luce en su localidad natal, frente a la iglesia de Santa María. La biblioteca municipal de Carrión también lleva su nombre.

Álvaro Rubén García Arroyo
Álvaro Rubén García Arroyo es profesor, habiendo repartido su trayectoria docente entre la música en educación secundaria, el inglés en Bachillerato o Escuela de Idiomas y el piano así como otras asignaturas afines en conservatorio. Apasionado por las lenguas y la Literatura, desde bien pequeño se sintió atraído por el tema de la herencia española de Filipinas, tema en el que ha ido poco a poco profundizando, especialmente en los últimos años.

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